sábado, 1 de noviembre de 2008

SOFOCLETO, EL DOBLE DE FIDEL

Escribe: RAUL F. MOSCOL LEON

Luis Felipe Angell de Lama acaba de partir. Se fue sin despedirse el 18 de marzo, cuando estaba por amanecer. Murió en una habitación de la Clínica “Ricardo Palma”, Lima, a la misma hora en que nació en el puerto de Paita, Piura, el 12 de abril de 1926: cinco de la madrugada. Quizá antes de exhalar el suspiro del adiós, recordó su viejo sinlogismo: “lo bueno de la muerte es que jamás se repite”.

El creador de los sinlogismos le sacó el jugo a sus casi setenta y ocho años y durante largo tiempo hizo suyo aquello que “para conservar la vida, el hombre debe morir ocho horas diarias”. Por eso es que “murió” muchas noches y tantas otras despertó, a sabiendas que “los hombres de principios tienen muy mal fin”, aunque “a veces, uno quisiera morirse para toda la vida”.

-La vida ha sido muy benévola conmigo... Circunstancias casi milagrosas me han salvado de morir... Cierto día me caí de un avión. Viajaba, con mi esposa y mis dos primeros hijos, de Azores, Portugal, a Boston, Estados Unidos. De pronto, el avión tuvo que regresar y cuando estábamos a unos nueve metros de altura y veíamos el aeropuerto, el aparato se precipitó. El impacto fue tremendo, pero mi familia salio ilesa.

Luis Felipe o mejor dicho SOFOCLETO, fue un vagabundo por excelencia. Viajó por todos “los recovecos de la tierra” y aprendió el idioma de los países que visitaba. Solo le faltó llegar a Nueva Zelandia y Australia. Y en este ir y venir por el mundo entero, conoció a grandes personalidades, como Mao Tse Tung, Fidel Castro Rus (izquierda), Ernesto “Che” Guevara”, Nikita Kruschev, José Ortega y Gasset, entre otros.

-Yo fui doble de Fidel, cuando trabajé en Cuba. Una día viajé con él a Rusia vestido con su clásico uniforme verde olivo. De espaldas éramos igualitos y a la distancia no había ninguna diferencia, pues los dos somos altos, usábamos barba y casi teníamos la misma contextura. Compartimos el riesgo ante cualquier posible atentado contra el comandante.

Don Sofo se ufanaba de haber sido “tocado por Mao” -el líder de la revolución china-, en uno de sus viajes que hizo a Pekín. Mao Tse Tung era considerado, en su patria, como un Dios y poquísimos eran los que podían verlo. De ahí, la emoción que embargaba a Luis Felipe cada vez que recordaba el día que el creador de la República Popular le puso su mano en el hombro.

Luis Felipe Angell de Lama está descansando en “Los Sauces”, sector J de los “Jardines de la Paz” de La Molina, Lima, ciudad a la que llegó a los cuatro años de edad, procedente de Paita, para empezar su formación escolar en un colegio regentado por sacerdotes jesuitas. Después hizo un “tours” estudiantil por varios planteles de la capital y finalmente recaló en las universidades San Marcos y La Católica.
-
-Católico?
-Yo he tenido algunos renunciamientos en la vida, en cuanto a la creencias religiosas... Cuando uno crece y adquiere el derecho total de pensar sobre las cosas que hay en la vida, pasa uno de la mansedumbre total ideológica o religiosa a una posición de investigación, de buscar, de preguntar cosas, de repreguntar por qué es esto y entonces rechaza cosas establecidas como dogmas, de los que hay muchísimos impasables, que no entran en tu lógica.

Los últimos cuatro años de su vida visitó constantemente Piura y Paita, ciudad que ha perennizado su nombre construyendo e inaugurando con su presencia el Parque SOFOCLETO. La ceremonia se realizó el 12 de abril del 2003, día de su cumpleaños número setenta y siete. Una gran concurrencia aplaudió la iniciativa del alcalde Walter Wong Ayón y Luis Felipe, al hacer uso de la palabra, recordó los días felices que pasó en su tierra natal.

-Después que mi familia se fue de Paita, vinieron tiempos difíciles. Mi padre, incluso, me puso en una escuela para niños ciegos con el fin de no perder el año escolar. Es decir, tuve que hacerme el ciego, pero siempre recuerdo las buenas piernas que mostraba sin recato la profesora. Creía que todos los niños éramos invidentes de verdad. Después que salía del colegio, iba a jugar bolitas. Siempre ganaba. Era campeón jugando. Vendía la ganancia a los chicos y con un sol en el bolsillo, llegaba a mi casa. Con ese dinero mi mamá cocinaba.

Sofocleto publicó en vida más de cincuenta libros. La muerte lo sorprendió cuando estaba preparando un diluvio de humor. Había reunido ya, en 22 volúmenes, sus obras completas las que ahora han quedado incompletas, pero pronto circularán títulos como “El chino Flasico”, “Los Cojudos”, “De nácares y venas”, “Sofocleto a dos columnas”, “San Camilo”, “Sofocleto dominical”, “E’ nego Péde”, “Diccionario loco”, “Sofonetos”, “San Camilo”, “Virus matrimonial”, “La Tierra Prometida” y más de veinte mil sinlogismos, reunidos en ocho tomos.

-Cuando yo esté muerto, ruego a cualquier crítico, profesor de literatura o ciudadano compelido a escribir una tesis de grado que se interese en usufructuar los sinlogismos, que se abstengan de especular en lo tocante a posible, eventuales o remotas influencias de alguien o algo sobre mis cosas... En el orden creativo no le debo nada a nadie. Yo escribo simplemente porque un día me senté a escribir, que es la manera gráfica de pensar y, si llegué a los sinlogismos fue por condensación del pensamiento y la palabra.


Luis Felipe Angell de Lama en la biblioteca de su casa en Miraflores, Lima.


Luis Felipe Angell de Lama o simplemente Sofocleto convirtió en humor candente cada una de sus palabras. Armado de punzante pluma, buscó aliviar el “sufrimiento social que está maltratando irresponsablemente el alma de nuestro país”. Defendió sus principios a capa y espada, pero “esa labor fue interrumpida muchas veces por el atropello, por las cárceles, las deportaciones y todos los abusos a que recurre la fuerza para silenciar a quienes se les enfrentan”.

Pero, ahora, ni la muerte podrá silenciar el pensamiento de Luis Felipe o el de su hermano gemelo Sofocleto. Allá, en ese mundo de tinieblas y del que no ha regresado nadie, Luis Felipe seguirá sosteniendo duras batallas para frenar “el abuso político e insocial, porque en el Perú aceptar la realidad es como entregarle la bandera a la vida; como paralizar la lucha; como aceptar las infinitas injusticias que se han instalado desde hace tantos años entre nosotros”.

Luis Felipe nos vemos allá!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una manera muy interesante la que Sofocleto nos entrego tocando el humor como forma de vida,aplicando la invencible alegria como arma elegante en que la vida vista atraves de la risa conmueve y convierte a simples mortales en heroes anonimos ante una sociedad puesta a curtir al mas fuerte,aun en mis dias,presento sus ideas como ejemplo,y trato de reirme de mis problemas cual Quijote incomprendido en las tinieblas de la sociedad,gracias Sofo,hasta siempre Maestro,
Pedro Renteros Lavini,San Francisco California 2010