domingo, 27 de mayo de 2012

SOFOCLETO Y EL DOMINICAL DEL DIARIO EL COMERCIO, DECANO DE LA PRENSA PERUANA

LOS 55 AÑOS DE EL DOMINICAL
Por Jorge Moreno Matos


"Él no piensa en faldas ni en jaranas -le explicó mi tío Lucho-. Es un intelectual. Ha publicado un cuento en el Dominical de "El Comercio".
MARIO VARGAS LLOSA
La Tía Julia y el escribidor

Tres años antes de este diálogo, que Mario Vargas Llosa inserta en una de sus más conocidas novelas, apareció el primer número de El Dominical de El Comercio y, como revela el mismo, el suplemento del decano ya se había hecho de una reputación y un prestigio que servía de consagración o carta de presentación a quien escribiese en él. Publicar en El Dominical era entonces, hace 55 años, y lo sigue siendo todavía, el reconocimiento público como intelectual para algunos y la consagración como escritor para otros. Algo que no debiera extrañar a propios y extraños porque es en este suplemento, a lo largo de su historia, donde se han dado a conocer jóvenes escritores, intelectuales en ciernes y artistas que con el tiempo han dado lustre a las letras y artes nacionales.
El doctor Francisco Miró Quesada Cantuarias, quien fue su director durante décadas y estableció las líneas generales del suplemento, recuerda, por ejemplo, que el primer trabajo que publicó Vargas Llosa en él, a los 19 años, fue un "estupendo reportaje" a José María Arguedas (el 4 de setiembre de 1955). Y también que fue El Dominical el que aceptó la primera colaboración para un diario del recordado Sofocleto, Luis Felipe Angell, luego de ser rechazado en otros. "Una cosa formidable", rememora.
SOFOCLETO
"Te lo voy a publicar. Y es más, te lo voy a pagar", le dijo para asombro del escritor y humorista, estableciendo de ese modo una fluida colaboración de años que haría decir a Honorio Delgado que en El Dominical cada día se escribía mejor. No extraña entonces que existiera una demanda enorme por escribir en él y que fuera el propio doctor Miró Quesada quien seleccionaba, secundado por Héctor López Martínez o Manuel Jesús Orbegozo, qué se publicaba y qué no tratando de no ofender a las personas y manteniendo a la vez la calidad del suplemento.
Cuando apareció su primer número, el 29 de marzo de 1953, hacía ocho años que había concluido la Segunda Guerra Mundial y los problemas de papel, que durante la contienda habían obligado al decano a reducir las páginas culturales dominicales de ocho a dos, habían desaparecido, abriendo la posibilidad de dedicar un suplemento completo a temas de arte y cultura, que era una idea que ya se venía acariciando desde hacía tiempo entre los directores del diario. Cuando se concretó el proyecto, el doctor Francisco Miró Quesada Cantuarias asumió casi por casualidad la dirección del suplemento, sin sospechar que se quedaría casi cuatro décadas al frente del mismo. "El lema -cuenta- desde el principio fue: Para todos los gustos. Había política, economía, literatura, historia, geografía, filosofía". Con el tiempo haría su aparición en sus páginas el Super Cholo, la versión peruana de Superman, una historieta elaborada sobre conceptos y valores peruanistas, y de la cual hay en marcha un proyecto para su versión fílmica.
Sería larga de enumerar la lista de escritores, historiadores, filósofos, hombres de ciencia o intelectuales que han escrito en su páginas. En 1989, cuando El Comercio cumplió 150 años, el diario publicó, para conmemorar la efeméride, un suplemento especial de 108 páginas y El Dominical, que no quiso quedarse a la zaga en tan magna fecha, hizo lo propio. Durante seis meses, en una labor de arqueología periodística que no se ha vuelto a repetir, hurgó en sus ediciones pasadas y seleccionó, para una edición de antología que se publicó el 7 de mayo de 1989, treinta y tres artículos publicados en sus páginas por intelectuales de la talla de Raúl Porras, Jorge Basadre, Víctor Andrés Belaunde, Carlos Cueto Fernandini, Mariano Iberico, Honorio Delgado, Ventura García Calderón, José León Barandiarán, Augusto y Sebastián Salazar Bondy, y Oscar Miró Quesada de la Guerra, Racso, entre los nacionales; y de Azorín, Bertrand Russell, Ortega y Gasset, Albert Camus, Arnold Toynbee y Alfonso Reyes, entre los extranjeros. Una pequeña y selecta muestra que da una idea aproximada de lo que atesora la colección de El Dominical.
Cuando Francisco Miró Quesada, por motivo de estudio o trabajo, se ausentó en ocasiones del país, la dirección de El Dominical recayó en manos de Luis Miró Quesada Garland, 'Cartucho', un reconocido arquitecto de gran sensibilidad artística que permitió que la calidad del suplemento no declinase, imprimiéndole su propia personalidad. Al retorno del primero de ellos, la dirección corrió alternada entre uno y otro cada año, hasta que 'Cartucho' se dedicó completamente a su profesión dejando exclusivamente la dirección de El Dominical al segundo.
A inicios de los 90, cuando el doctor Miró Quesada dejó la dirección del suplemento, El Dominical decayó notoriamente, al punto de arriesgar un prestigio ganado a pulso durante largos años. Entró en una etapa de altibajos y reestructuraciones en las que la más visible fue la eliminación del comentario político de sus páginas y la inclusión de nuevas secciones, para convertirlo en magazín, que nunca terminaron de convencer a sus lectores. Con el tiempo se retomó el espíritu original del suplemento, el de esencialmente cultural, lo que le ha permitido volver a ser considerado el suplemento cultural más importante del periodismo peruano.
Hoy mismo, cuando se publican los 'monográficos', tan entusiastamente recibidos por el público, no hace sino seguir una tradición que viene de lejos. Ahí están para confirmarlo los números especiales dedicados al cincuentenario de la muerte de Ortega y Gasset, en mayo de 1983, o el del centenario de Racso, en julio de 1984; o el número extraordinario dedicado al sesquicentenario de la independencia nacional en julio de 1971, entre muchos otros más consagrados a acontecimientos nacionales y mundiales, avances científicos, corrientes artísticas o filosóficas, descubrimientos geográficos, etc., cumpliendo de ese modo el ideal expresado en su primer editorial: "La cultura, libremente creada y expresada, es uno de los factores fundamentales en la formación de los pueblos".

TESTIMONIO DE ABELARDO OQUENDO

"Hace medio siglo había muy pocos diarios entre nosotros, pero su ética profesional y su impacto en la opinión eran mucho mayores. También el papel cultural que cumplían. Una buena muestra de esto último es el Suplemento Dominical de El Comercio. En los años 50 era un punto de referencia obligado para los interesados en la cultura y su actualidad. En las páginas del Dominical se difundía la creación literaria, artística e intelectual, se comentaban los libros nacionales y los más importantes de los que llegaban a nuestras librerías. Hace medio siglo nuestro movimiento cultural era más pequeño que ahora pero la atención que recibía de la prensa era más grande. Hoy se han multiplicado las universidades, los centros culturales, la actividad editorial, teatral, cinematográfica, artística en general sin que nuestro periodismo cultural haya crecido. Proporcionalmente ha decrecido. El Dominical, por ventura, persiste. Ha tenido momentos mejores y peores, pero en todos ellos ha sido alentador que El Comercio mantenga ese reducto que en estos tiempos y aquí resulta más bien un ave rara".

EL PERIODISMO CULTURAL EN EL PERÚ

El periodismo cultural, en sentido estricto, casi ha desaparecido por completo del diarismo nacional. Como en tiempos de guerra, se ha reducido a una o dos páginas en la prensa y ha encontrado un refugio, para sobrevivir a estos tiempos de barbarie cultural, en publicaciones mensuales especializadas al igual que en el pasado. Es en ese sentido, como afirma Abelardo Oquendo, quien fue jefe de su sección literaria en los primeros años del suplemento, que El Dominical constituye un 'rara avis'.
Porque revistas como Amaru, Mar del Sur, Letras Peruanas, Hueso Húmero, Las Moradas, Cultura y Pueblo, Cultura Peruana, por mencionar las más emblemáticas del periodismo cultural peruano, son precisamente eso, revistas, y no propiamente suplementos de un diario o periódico como lo es El Dominical. Para igualar las cosas habría que mencionar publicaciones de la calidad de Hipocampo, de la desaparecida La Crónica, que alcanzó apenas 48 ediciones, o sea que no llegó a cumplir el año. O Canto Rodado, del mismo diario, que no alcanzó a llegar al número 30. O el suplemento Artes&Letras, del fugaz diario El Mundo, que tuvo la misma efímera existencia del diario.
Pero si hay un suplemento que merece ser mencionado, ese es El Caballo Rojo, del desaparecido diario Marka, antes de que se convirtiera en el pasquín que terminó siendo. El suplemento que ideó y dirigió el poeta Antonio Cisneros a lo largo de casi tres años no ha tenido hasta ahora un digno continuador, menos aún uno que lo supere. Solo El Dominical pervive, tras 55 años, como la publicación cultural más longeva y acreditada del periodismo cultural peruano.

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