jueves, 11 de septiembre de 2008

DON SOFO: HOMBRE DE MAR

Escribe: Raúl F. Moscol León.
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Luis Felipe Angell de Lama ha muerto, pero él y SOFOCLETO, el otro yo del ilustre paiteño, pasaron a la inmortalidad el 18 de marzo del 2004, día en que exhaló el suspiro del adiós en su habitación de la Clínica “Ricardo Palma”, cuando faltaba una hora para que salga el sol de un verano limeño que se batía en retirada. El otoño de su vida, de esa vida que para Don Sofo “es una muerte lenta”, llego a su fin quizá pensando que “ a veces, uno tiene que irse para que noten su presencia”.
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Después de haber vivido casi 78 años, Luis Felipe nos dejo, legándonos un sinnúmero de sus obras, cargadas de humor fino y que durante más de cuatro décadas fueron el termómetro que marco la vida de quienes leyeron, por ejemplo: “Los cojudos”, “El manual del perfecto deportado”, “La sábana de arriba”, “El virus matrimonial”, “Sofocleto en dos columnas”, “Sinlogismos”, “Diccionario loco”, “La tierra prometida”, “San Camilo”, entre otros libros que empezó a publicar desde 1957.
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La muerte no era ajena para Luis Felipe. Siempre la tenía presente, pero nunca se imaginó que llegaría antes de cumplir los 78 años, los que se aprestaba a celebrar, como en el 2003, en su natal Paita, puerto en el nació el 12 de abril de 1926. La parca le jugo una mala pasada y truncó sus deseos de llegar a Piura para reencontrarse con los amigos que, siempre lo recordaba, le cantaron las mañanitas, acompañados con mariachis, a la hora en que empezaba a celebrar su onomástico número setenta y siete.


-Soy hombre de mar... Nací en nuestra centenaria casa que todavía sobrevive en la calle Hermanos Cárcamo... Nací entre piedras, arenas, algas, fragmentos de nácar, olas infatigables, calores que freían el aire y cielo tanto más azules cuando más blancas nubes adornaban su inmensidad... Paita y su microcosmos crecieron dentro de mí como una cálida planta cultivada por los relatos familiares.

El creador de los sinlogismos nació a las cinco de la madugada, cuando la “luna de Paita” se alejaba para ir alumbrar otros lugares y cedía el paso al “sol de Colán”, que se aprestaba a celebrar, alumbrando más que nunca, el amanecer de una Paita que acababa de ver nacer al que sería el Escritor-Humorista del milenio Luis Felipe, hijo de Jorge Angell y Juana Mercedes de Lama y Farfán de los Godos. Vivió aquí los primeros cuatro años de su vida, para luego partir a Lima, allá por los años treinta.

-Mi madre, que perdió la juventud pero jamás la belleza esplendorosa, nimbada por las plateadas canas del ocaso, tampoco perdió el dejo y la fabla nuestra, de los piuranos. Sus decires, sus gestos, sus actitudes y su voz eran como un heterogéneo jardín que revivía constantemente en nosotros -José, Fernando, Teresa y yo- una mística reverencial por la tierra lejana...

Don Sofo no olvidaba las muestras de aprecio de sus paisanos de Piura y de sus coterráneos de Paita, durante sus últimas visitas a la tierra de Miguel Grau. Recordaba los homenajes que le tributaron el Concejo Provincial de Piura, El Instituto Nacional de Cultura, El Centro Federado de Periodistas de Piura y el Instituto Superior Tecnológico “Otto Tossman”. Preguntaba siempre por el Parque “Sofocleto” que construyó en Paita la comuna del puerto.

-Crecimos, mis hermanos y yo, con el tondero metido en los latidos del corazón y con la mejor comida del mundo refrescándonos la memoria del paladar. Vivimos siempre con Piura en el alma y yo, en lo íntimo, con esta alma de Piura que era la Paita de mis primeros días como habitante del planeta al que alguien nos envió, por castigo o recompensa, ¡vaya usted a saber!
-Ahora, qué quiere don Sofo de la vida?
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Por ahora el aire fresco, el verde limpio, el horizonte abierto de un mar sin chimeneas y n poco de soledad, para llevarla a cuestas mientras camino solo dentro de mí mismo. Entre mis muertos, como quien deambula por un gigantesco cementerio, en busca de una tumba inubicable.
-Y después?
-Me pondré el cuerpo encima, para vestirme de algo y viajaré con él allá donde nada... me alcance. Me iré muy lejos. No sé donde, pero... cuando me vaya, no volveré jamás. Nunca más. Definitivamente nunca. Ni vivo, ni muerto.

El mismo día de su cumpleaños número setenta y siete -12 de abril del 2003-, el último de su agitada y fructífera vida, Luis Felipe Angell de Lama recibió en Paita el mejor de los regalos. La municipalidad hizo entrega a la población del parque “Sofocleto”. El Q.F. Walter Wong Ayón, burgomaestre de la ciudad, dio un ejemplo al mundo: los honores se rinden en vida, porque los muertos, muertos están y no sienten, ni lloran, ni se alegran porque “en los cementerios no se muere nadie”.

Luis Felipe Angell de Lama, Raúl F. Moscol León, Martha Ubillús de Moscol, Enriqueta Noriega y Luciano Castillo Elias, en Paita, el día que se inauguró el Parque Sofocleto.

La muerte de Luis Felipe Angell de Lama, vagabundo por excelencia y “protagonista de mil andanzas por todos los recovecos de la tierra”, enlutó al mundo literario nacional y mundial, pues sus celebres sinlogismos han sido publicados en todos los idiomas. Empezaron a publicarse en “El dominical del “diario “El Comercio”. Hoy suman más de veinte mil y han sido reunidos en más de siete volúmenes de sus obras completas.

-Nada circula mejor que una moneda falsa.
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Los restos de Luis Felipe descansan en La Molina.

Sobreviven a SOFOCLETO, su esposa Graciela Lora de la Piedra y sus hijos Luis Felipe, Jorge Enrique y Felipe Alberto Angell Lora y Allan Byron y Karen Dagmar Angell. Sus restos reposan en Los Jardines de la Paz de La Molina, Lima y, seguramente, en la soledad de este camposanto estará preguntándose “si los muertos descansan, ¿por qué los entierran en posición de firmes”, luego de “comprobar” que “los sepultureros se ganan la vida con quienes la pierden”.
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Luis Felipe Angell de Lama físicamente ya no estará mas con nosotros, pero SOFOCLETO se queda para seguir deleitándonos con su humor que constituye “un carga terrible que lleva al renunciamiento de la irrealidad, porque sus llamas queman los disfraces de igual manera que sus dedos invisibles arrancan las máscaras y rompen las verdades como cristales de agua, ya que no hay para el humor fronteras ni distancias que lo limiten, así como no hay paredes ni barrotes que lo aprisionen”.
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Luis Felipe descansa en paz!

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